Al ingresar en las fuerzas policíacas, las mujeres aspirantes a dicha función, potencian sus posibilidades de desarrollo, tanto en lo personal como en lo social, pero sabiendo que el desempeño de su actividad laboral, y en relación a roles de género, a veces las colocará en situaciones de desigualdad respecto a sus pares varones.-
¿Qué hacer? El punto de partida del conflicto arranca con la falta de perspectiva de género en las instituciones policiales, pues estas son creadas a partir de un esquema masculino.-
La diferenciación entre mujeres y hombres policías, se vuelve más evidente en niveles superiores como los de mando y dirección, ya que sus órdenes y capacidades frecuentemente se cuestionan; y se considera, a modo de descalificación, que sus emociones pueden interferir en las decisiones.-
De acuerdo a mi experiencia clínica, escuché relatos en relación a esta temática, como por ejemplo "...me masculinizo, así paso más desapercibida como mujer, y así no provoco deseos en mis compañeros…" o "...de esta manera, menos femenina, me siento más integrada al grupo...".-
Interesante observar cierta ambivalencia en este sentido. Por un lado se asocia a la mujer policía a papeles de cuidado en situaciones donde existen personas vulnerables, como en las escuelas o para la atención de mujeres víctimas de violencia o niños demorados en las Comisarías; y por otro lado parecería que se le exige adoptar actitudes o acciones culturalmente asociadas a lo masculino.-
La alternativa a fin de mitigar este escenario, sería brindar al personal policial cursos de sensibilización y capacitación en perspectiva de género, con el objetivo de lograr una mirada esclarecedora sobre esta temática.-
Para finalizar, considero que las mujeres no se masculinizan, solo tratan de adaptarse a las normas que la institución les impone, y dicha institución, está basada y originada en visiones masculinas.-
El desafío es como integrarse, sin perder de vista su esencia, su ser definitiva y definidamente femenino.-
Por la Lic. D.M.Petasne
